Monismo, dualismo y determinismo.

¿Qué somos?

Voy a empezar con una pregunta tan compleja y a la vez tan simple como la que encabeza este texto, a fin de cuentas ¿quién puede responderla con total seguridad?, pero a la vez ¿quién no cree conocerse a sí mismo?

Figura Anís del Mono en Badalona

Monismo,  dualismo… y  determinismo…

Hay muchas formas de enfocar y abordar el conocimiento. El ser humano se ha debatido entre dos posturas cuando ha tratado conceptos filosóficos, psicológicos o sociales de esta índole: el monismo y el dualismo. “El primero” no es más que considerar al hombre como un ente único formado de materia en todos los sentidos, y el segundo considera que tenemos una parte física, materia, y una parte espiritual o mental independiente. Durante mucho tiempo la clara vencedora entre estas dos posturas fue la dualista; gran mérito de esto lo tienen las doctrinas religiosas que, gracias a la fe, eran capaces de dar respuestas a esas preguntas o temores que se escapaban de la experiencia personal en la que se basaba la comprensión humana.

Este conflicto afecta especialmente cuando hablamos del ser humano (aunque no únicamente, que se lo digan a Copérnico…), Campos como la física o la automoción no se ven tan limitados por este tipo de conceptos al no poner claramente en entredicho al propio ser humano como ente, si nos movemos a las ciencias de la conducta la cosa cambia y se ven enormemente condicionadas por estos vestigios metafísicos.

En esta dualidad, quizás, el caso más “sonado” fue el de Charles Darwin que puso contra las cuerdas al feudo religioso con su teoría de la evolución. Sobre este caso solo hace falta ver cómo, actualmente, y a pesar de los siglos transcurridos, los creacionistas siguen revolviéndose en su contra con uñas y dientes, pero esto es demasiado extenso y merece la atención de un artículo completo.

Retomando al motivo principal del artículo, y en pro de finalizar con esta introducción, resumiremos cual es el panorama actual frente a la pregunta con la que abríamos el apartado: en el lado dualista, donde, principalmente, ubicaríamos tanto las religiones como las terapias alternativas, que consideran al ser humano como un ente orgánico que a su vez contiene, o posee, un aspecto energético o espiritual inmortal y/o independiente. En el lado monista podemos encontrar la medicina (mal llamada) convencional, y más específicamente sobre la conducta “situaríamos a” la psicología, la psiquiatría o la sociología.

¿Somos animales? ¿Energía? ¿Somos seres espirituales que se reencarnan? ¿Somos hijos de dios creados a su imagen y semejanza?

Como comentábamos antes, Darwin marcó un antes y un después. Hasta el momento las ideas Cartesianas eran las más acercadas a una similitud física entre “animales” y “humanos”, siempre estando condicionadas por la influencia religiosa de la época.

descartes

En este punto Descartes (no olvidemos que era filósofo, no científico) expuso unas ideas mecanicistas (automáticas) para los seres inferiores (animales), de las cuales, algunas, se reproducían también en los humanos; pero estos, además, poseían otras características superiores y “voluntarias” provenientes de su alma inmortal.

Darwin, utilizando la ciencia, tiró (a pesar de muchos) estas ideas por tierra hablando del parentesco que el hombre tenía con el resto de seres vivos. arbol filogenetico

Llegados a este punto, y aceptando la teoría Darwiniana, la ciencia no dejó de encontrarse con escollos para responder a conceptos tradicionalmente metafísicos o espirituales, no tanto en su demostración empírica, como en la gran barrera social y cultural creadas gracias a los dogmas de las diferentes religiones.

Paradójicamente, hoy en día, nos encontramos en un punto similar.

No tenemos alma. El cerebro es todo lo que somos

Esta afirmación tan radical se sustenta por varios puntos y es la que tiene más fuerza entre la comunidad científica, especialmente, entre aquellos que estudian la conducta humana. ¿Podemos demostrar que el alma reside en el cerebro? Primero deberíamos definir qué es el alma para el hombre y a raíz de ahí buscar una relación objetiva con la conducta y la materia orgánica.

¿Qué propiedades asociamos al alma?

–          ¿La consciencia?

Para demostrar que nuestra consciencia puede ser condicionada por nuestra percepción y que no pertenece al alma ni es independiente, existen varios experimentos. Uno muy interesante, es el de la mano de goma: en este experimento se niega al sujeto la visión de uno de sus brazos y en su lugar se coloca una mano de goma. Evidentemente, el sujeto sabe que no es suya, y es sobre la que el experimentador actúa. El resultado es curioso: los sujetos apartan la mano oculta (la suya) cuando el experimentador se dispone a golpear la de goma (falsa) con un martillo. Incluso siendo consciente de que esa mano no es suya, ha reaccionado evitando el golpe.

La consciencia es, por tanto, algo dependiente del organismo y se demuestra, además, que existen sesgos mentales enfocados a la preservación del mismo por encima de la consciencia. Hay muchos más experimentos de este tipo sobre los que ya iremos hablando.

–          ¿Son las emociones una característica esencial del alma?

Esta es una pregunta, o planteamiento, bastante habitual. Algunas personas creen que tenemos una parte de la mente que nos pertenece mientras que hay otra que no (de la que suelen hablar en tercera persona). Por tanto hay un aspecto mental de nuestro cerebro y otro que nos define como personas: gustos, emociones… que serían los valores asociadas al alma, espíritu o  nuestra identidad como seres únicos. En pocas palabras, está la razón, mental, y la emoción que se supedita a “algo superior”, alejado de la materia de la mente/ razón/ cognición o el organismo en sí mismo. Por tanto, si el alma es la responsable de estos “procesos emocionales” que nacen, como se dice popularmente, del corazón, modificar la mente (sistema nervioso) no tendría que afectar a dichas emociones.

Para contestar esto nos remitiremos a uno de los casos más interesantes y estudiados que existen en la literatura, se trata de la lesión sufrida por Phineas Gage.

Phineas-Gage

Phineas era un operario que tuvo la mala suerte de que una barra de hierro atravesara su cerebro. Dicha barra entró por la mejilla y salió por la parte superior de su cráneo. “Milagrosamente” sobrevivió, sus capacidades cognitivas, o intelecto, parecían no haberse alterado, pero desde aquel momento su carácter cambió radicalmente: donde antes era afable y tranquilo ahora se había convertido en alguien caprichoso e irascible, se había vuelto impaciente y sufría cambios de humor bruscos. En palabras populares, intelectualmente parecía el mismo pero a la vez “era otra persona”. ¿Es entonces que esta persona perdió “su alma” cuando la barra se llevó con ella parte de la corteza prefrontal?

–          ¿Es el amor, el odio o el “instinto” parte de nuestra alma?

El Amor es una emoción pero ¿cómo elegimos a quién odiamos y a quién amamos? ¿Es algo espiritual y fuera del aspecto mental o de nuestras capacidades cognitivas? ¿Existe algún tipo de “destino” o almas gemelas? Hay que tener en cuenta algo muy curioso: el amor, a nivel químico, es lo más similar a una droga (nos extenderemos más en otro artículo), como particularidad, entre otras cosas, anula mediante neurotransmisores la zona del encéfalo encargada de emitir juicios cuando pensamos  (o actuamos) con nuestro amado/a.

cute-love-quotesEsta función parece absurda e incluso negativa; Muestra de ello es la cantidad de desengaños y separaciones que hay pasados los años, pero si seguimos las ideas Darwinianas debemos pensar que si está ahí, es porque otorga alguna ventaja frente a la selección natural. Y así es: la anulación de la capacidad de juicio permite que no veamos los defectos en la persona amada, lo cual favorece que nos emparejemos y reproduzcamos. Es un sistema diseñado para poder perpetuar nuestros genes de manera más eficiente, al ser menos críticos con el/la pretendiente, en su ausencia podríamos acabar sin pareja, ya fuese por uno u otro, y sin cumplir nuestra función principal en la vida como organismos vivos: reproducirnos. Un dato curioso es que el “enamoramiento” tiene una duración máxima de, aproximadamente, cuatro años, tras lo cual se debe de haber desarrollado otro tipo de relación o esos defectos que el enamoramiento ocultó emergen con tremenda fuerza y nos provoca un gran desencanto que puede llevar a la ruptura de la relación.

–          ¿Y qué hay de la intuición? ¿Cuándo sabemos algo pero no somos conscientes de cómo ni porqué lo sabemos?

El cerebro es un órgano increíblemente flexible, es quizás su principal característica. Una cosa curiosa es que es capaz de “aprender” y modificar a raíz de diferentes hechos nuestra conducta. Hay que saber por tanto que aprende de “diferentes formas” dependiendo de la información que se le facilita. Por simplificar: tendríamos dos “capas”, la “implícita” y la “explicita”. La implícita es aquello que sabemos, pero que no somos conscientes de que lo sabemos, o no podemos explicarlo, la explícita es aquello que podemos exteriorizar.

¿Cómo explica esto la “intuición”?

cartasSi en un experimento realizamos un juego de cartas con un gran número de repeticiones donde el sujeto debe acertar una de las cartas en concreto, tarde o temprano empezará a “sentir” donde se esconde la carta objetivo. Puede que lo “intuya”, que no sepa por qué, pero lo sabe. Si seguimos realizando el experimento se acabará dando cuenta de dónde viene ese conocimiento. Lo que antes era intuición, o conocimiento implícito, se ha convertido en explícito: puede que el experimentador siempre haga el mismo juego de manos, que la carta esté más desgastada, que tenga una sutil marca, etc… Por tanto dicha intuición no es un  “sexto sentido”, si no, que sería una forma de aprendizaje más de nuestro cerebro.

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Frente a estos y otros datos es bastante “fácil” afirmar que somos materia y que nuestra conducta formada por procesos cognitivos, emociones, respuestas al entorno etc… no viene dada por ningún tipo de energía ni espíritu alejado de los órganos que nos conforman; concretamente del encéfalo.

Entonces ¿Resulta que las terapias alternativas, incluido la acupuntura son una estafa? ¿No sirven para nada?

Esta pregunta es un arma de doble filo: ¿un mes de vacaciones en el Tíbet o en la playa es algo inocuo para nuestro organismo? ¿Es algo totalmente mental que no afecta a nuestra biología o resto del organismo?

Esto es claramente falso, pero hay que matizar. Como dijimos al inicio, bajo una concepción monista, nos encontramos que los cambios sobre el organismo afectan a la conducta y que la conducta afecta a dicho organismo, por tanto, ¿es inocuo un mes de vacaciones? Falso ¿Puede ser algo beneficioso para el organismo? Mucho. ¿Puede sanar enfermedades que no puede la medicina? No.

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Es importante tener en cuenta un dato importantísimo: hoy en día se considera que prácticamente todas las enfermedades tienen un componente orgánico y otro psicológico, el peso que cada componente tiene en las patologías varía de unas a otras (este tema es extenso y requiere de un artículo al completo) pero para que nos hagamos una idea pondremos el ejemplo del estrés. Actualmente todos sufrimos estrés, en más o menos medida. Hay dos tipos de estrés, el crónico y el agudo. Mientras que el agudo solo se dispara en ciertas ocasiones, el crónico persiste de manera constante en el organismo. Es este segundo tipo de estrés el que más hay que tener en cuenta en lo que a patologías se refiere. El estrés es una situación de alerta que dispara, entre otras sustancias, cortisol desde la glándula suprarrenal. Estos corticoides tienen varias propiedades, una muy curiosa es que su efecto continuado puede llegar a provocar una modificación del ADN contenido en las células, lo que viene siendo una mutación, un tumor, en pocas palabras. Si este tumor no es controlado por el sistema inmunológico puede acabar convirtiéndose en Cáncer; evidentemente, no todo el estrés lleva a este punto, pero el aumento de mutaciones en las células conlleva un aumento de probabilidades de la creación de un tumor no reconocido como hostil para las defensas del cuerpo con el problema que, lamentablemente, todos conocemos.

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Mi objetivo es acercar la psicología a sucesos mundanos a los que, por lo general, no encontramos respuesta o no nos hemos llegado a plantear. He creído necesario, o correcto, mostrar cuales son las bases de esta perspectiva, un punto de vista monista y determinista que pueda ser contrastado con hechos y no sujeto a una creencia puramente subjetiva.